No. No hay forma. Como si no hubiese salida. Ni puertas entreabiertas. No hay pasillos mal iluminados. Ni señales a lo largo de los caminos que se tuercen y desembocan en una habitación vacía.
Pasan los días y el dolor sigue ahí. Las ventanas se han convertido en un laberinto. De menta y regaliz.
Que no acaba nunca. Y mis pasos se sienten inseguros sin ti.
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